El pueblo uniformado también es explotado

 

Jaime Ramón Bernal García es la representación viva del policía que desea ser escuchado, en su rostro se refleja la imagen del policía que, como el califica, “tiene las manos limpias; ese policía que trabaja turnos dobles, que soporta insultos de una sociedad que no comprende que ellos solo acatan órdenes; ese policía que duerme poco, pues debe atender a su familia por las mañanas y trabajar en las noches, más cuando se trata de una mujer policía; ese policía que tiene que cubrir cuotas, porque los mandos así lo exigen, arreglar patrullas con recursos y mano de obra propia”.

Detrás de  Bernal García hay una historia digna de contar, pero como expresa: “para la sociedad los policías son sinónimo de corrupción y falta de credibilidad,  aunque no niega la existencia de malos elementos en las corporaciones policiacas.

Jaime Ramón Bernal García, ex agente de la PGJDF es una de las cabezas visibles de este movimiento que surgió hace tres años, y que agrupa a policías, ministerios públicos, peritos y a la ciudadanía.



Bernal García revela que durante quince años se desempeñó como policía ministerial, fue premiado en tres ocasiones por su destacada actuación como policía de investigación, y como, mediante artimañas, se le despidió en diciembre de 2014 por denunciar la corrupción que impera en la  Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México, así como las pésimas condiciones laborales y bajos salarios que perciben. 

Refiere que inspirado con el ejemplo de la Primavera Árabe, donde las sociedades con el uso de las redes sociales, se organizaron y cambiaron el destino de sus países, abrió una cuenta en Facebook a la que llamó “Movimiento Nacional por la Seguridad y en Pro de Justicia”, donde  los agentes canalizaron sus quejas sobre lo precario de sus salarios y el maltrato que recibían de sus jefes.

 A mediados de 2013, ya con 4 mil 500 seguidores en su cuenta de Facebook, deciden manifestarse en el Zócalo capitalino; concentración a la que acuden 450 personas aproximadamente, entre policías de investigación, peritos, y  ministerios públicos.

 A raíz de esa manifestación las autoridades de la Procuraduría maquinaron el despido de Bernal mediante la fabricación de un proceso que implicaba consecuencias de carácter penal. Su defensa logró demostrar la falsedad de las acusaciones de la Procuraduría y la averiguación previa que le fue levantada quedó archivada.  No obstante, el hostigamiento continúo y mediante un procedimiento administrativo el Consejo de Honor y Justicia de la policía de  investigación determinó su despido.

 El Movimiento Nacional por la Seguridad y en Pro de Justicia que encabeza tiene presencia en los estados de Puebla, Tamaulipas, Jalisco, Quintana Roo, Estado de México, Tabasco, Jalisco, Coahuila, Durango, Baja California y Ciudad de México, principalmente. La mayoría de sus simpatizantes son policías  activos e inactivos  que han sufrido alguna vejación a sus derechos tanto humanos como laborales.

Por ahora los integrantes del luchan para que se reforme la fracción XIII del Apartado B del Artículo 123 de la Constitución, para que se permita la reinstalación en su puesto de los compañeros que, como Bernal García, fueron separados injustamente de su cargo por exigir mejores condiciones salariales y laborales.

En resumen J. Ramón Bernal señala que lo que buscan es denunciar la corrupción interna que hay en las corporaciones policiacas  y las malas condiciones laborales y  salariales que padecen.

Finalmente señala que hay un pensamiento que lo define: “Un buen día, echando la vista atrás, se dará usted cuenta de que los años de lucha han sido los más hermosos de su vida”, y señala que para todos los elementos despedidos injustamente la lucha apenas comienza.

Este movimiento podría escalar hasta organismos internacionales pues el caso de Jaime Ramón Bernal García y el de muchos más aún no han concluido y  ellos  siguen en pie de lucha.